COEFICIENTE  DE  DIFICULTAD 584

     Al hablar del “coeficiente de dificultad” de un puerto de montaña estamos intentando dar un valor objetivo y universalizable a algo que es puramente personal y subjetivo: ¿qué es más duro, esto es, qué implica una mayor dificultad de ascensión, una rampa continuada de 1 km. al 10% o un alto de 3 kms. al 5% de pendiente media? Probablemente muchos de los que nos estáis leyendo ya habréis optado por una de las dos respuestas, ¿no es así?

     Pero si pudiésemos saber todas las respuestas comprobaríamos cómo no es tan fácil ponerse de acuerdo. De ahí que si sois aficionados a estos temas de las altimetrías habréis observado la enorme diversidad de coeficientes que los artífices de las mismas nos presentan. Para algunos de ellos el Mortirolo italiano será más duro que la Gamonal, cuando para otros un puerto de exagerada longitud como pudiera ser la subida al Veleta (Sierra Nevada), con sus más de 40 km., se convertirá en el de mayor dureza del Estado. Las propias cifras que reflejan ese grado de dificultad difieren enormemente y para algunas el acercarse al 100 supone un nivel de dureza excesivo, cuando para otras esa cifra sirve para puertos de 2ª categoría.

     Ese mismo concepto empleado por las distintas pruebas ciclistas de todo el mundo manifiesta unas grandísimas discrepancias según los países e incluso según la prueba de que se trate. Y así el Col d’Aspin será un 2ª categoría en el Tour y en cambio no bajaría de 1ª en las pruebas de este país.

     Y al final, lo único que de verdad cuenta es la prueba del algodón: “ven y vívelo”, o, mejor aún, “ven y súbelo”. Y es ahí donde comprobamos cómo ni nosotros mismos somos capaces de emitir siempre el mismo veredicto, sino que éste se hallará en función del nivel de forma que tengamos, del estado de la carretera, del tiempo que haga, de los compañeros que llevemos y lo que nos exijan, del desarrollo del que dispongamos, de la altitud del puerto (a partir de los 2000 m se hace más complicado)  y de tantas y tantas variables que a cada uno nos tocan que es imposible en la práctica unificar criterios.

     Dicho lo cual, en lo que creemos que todos y todas, que también las hay y muy interesadas, estamos de acuerdo, vamos a pasar al intento de explicación de la manera de obtener nuestro coeficiente por si a alguno de vosotros os pudiera servir de referencia, como nos sucede a nosotros dos y a muchos de nuestros compañeros que ya se han acostumbrado y aficionado a utilizarlo siempre de referente para sus ascensiones.

     Hemos tardado más de 7 años de escaladas ininterrumpidas, en multitud de diferentes compañías, y consultando con auténtico interés todo lo publicado al uso para decidirnos a elaborar un coeficiente que nos sirviera de orientación. También queremos dejar claro que si los autores anteriormente citados hubieran explicado con detalle la elaboración de los mismos y las tablas que aplican, es muy posible que no hubiéramos perdido tanto tiempo para buscar nuestra propia fórmula.

     Y aquí llegamos, por fin, a la explicación que estaréis esperando. En primer lugar queremos definir conceptos. Hablaremos de “altitud” para expresar los metros sobre el nivel del mar, distinguiendo ese concepto del de “desnivel” que indicaría la diferencia en metros del punto más alto al más bajo de una ascensión. La “distancia” será la longitud recorrida desde el inicio hasta coronar el puerto en cuestión (es raro que el puerto se prolongue hacia la otra vertiente) y “pendiente” la expresión en porcentaje de los metros ascendidos por kilómetro.

     Aclarados estos conceptos básicos que no todo el mundo interpreta de la misma manera, diremos que tras todo ese tiempo de estudio y habiendo realizado consultas con todo tipo de ciclistas el quid de la cuestión está, sin duda, en lo que ya hemos apuntado. ¿Qué debemos primar al elaborar el coeficiente, la longitud y, de alguna forma, el tiempo empleado o el porcentaje de cada tramo y el desnivel total?

     En nuestro coeficiente utilizamos los dos elementos pero dando prioridad, de alguna manera, a la dureza de las rampas a ascender. Y esto es así por cuanto muchos cicloturistas como nosotros nos han expresado repetidas veces que sin una preparación adecuada pueden ascender puertos de dureza media pero nunca se atreverían a enfrentarse a rampas de gran porcentaje. Si ponemos un ejemplo concreto nos decían que sí afrontarían la escalada al Portillo de la Lunada sin esa forma física precisa a pesar de los 25 kms. de apreciable dificultad, pero no osarían intentarlo en las Lagunas de Neila. Y es que los 4 kms. finales, sólo 4, de las Lagunas asustan al más valiente. Que cada uno ponga el ejemplo que mejor conozca y responda si es así.

     Incluso podríamos afirmar que, en nuestro caso y por el tipo de puertos que acostumbramos a escalar y que ya iréis conociendo, particularmente no lo tenemos tan claro. Y es que la cabeza también funciona y ya hemos perdido el miedo a los porcentajes superiores al 15%. Pero convengamos en que no es lo más normal, ¿verdad? En particular hemos sufrido más ascendiendo el Tourmalet que en la Gamonal, pero no dudamos de que éste último es mucho más duro, ¿o no?. Por ello nuestro coeficiente no está elaborado en función de nuestras propias sensaciones, sino de las sugerencias que hemos ido recibiendo.

     Por ello, y si observáis con detenimiento la tabla por la que nos guiamos, veréis que a partir de porcentajes superiores al 5% se inicia una progresión en las cifras del coeficiente correspondiente a cada pendiente que se ven incrementadas en un punto adicional más y ello es así porque pensamos que ésa es una cifra bastante indicativa de dónde se empieza a sentir la dureza de una ascensión. Esa progresión nos lleva a que en las grandes rampas los coeficientes se disparen. Y sucede que un sólo kilómetro al 15% puede darnos una dificultad superior a un puerto de 10 kms al 5%. Sabemos que esto es discutible, pero recapacitemos, ¿os habéis parado a pensar lo que supone un kilómetro eterno al 15%? Cualquier cicloturista medianamente preparado se verá capaz de superar esos 10 kms. al 5%, es cuestión de velocidad, pero, ¿cuántos se atreverían, sin la preparación adecuada y a principio de temporada, con esos mil metros al 15%?

     Aplicamos, pues, el coeficiente correspondiente a cada kilómetro de ascensión, y la suma total nos daría el coeficiente de dificultad de todo el puerto. Así tomamos en consideración la dificultad de cada kilómetro y también la longitud total. Y de esta manera, también quedarían incluidos en dicho coeficiente tanto la pendiente media del puerto cuanto el desnivel total del puerto.

     Conviene indicar aquí que para la confección de nuestras altimetrías tomamos las cotas de altitud cada 200 m. y en los casos de mayores rampas, que son muchos, cada 100 m. Es por eso que para nuestro uso particular ese coeficiente aparece acompañado de un asterisco (*) que viene a señalar que dicha cifra está obtenida aplicando el coeficiente no por kilómetro sino cada 100 m. con lo que aparecen claramente contabilizadas las rampas ascendidas y reflejada su dureza. Y así, el coeficiente de un puerto de rampas pronunciadas y bastantes descansos tendrá más coeficiente que otro de pendiente continuada, y es que pensamos que son las rampas las que más difícil hacen la escalada. Pero nos parecía que para que esa cifra pudiera servir a todo el mundo era mejor aplicarla sólo por kilómetro en esta página que estáis leyendo.

     Os extrañará quizás que hayamos atribuido coeficiente 1 a la pendiente 0 e incluso a la negativa y es que, aunque sirvan de descanso, continuamos sobre la bici, luego algún desgaste sí se produce: sólo hay que pensar en cuando vas con la “pájara” o en cuando alguien nos lleva con el “gancho”. Por otro lado las altimetrías las iniciamos donde comienzan las primeras rampas señalando algún punto significativo y fácilmente reconocible, coincida o no con los hitos kilométricos.

     Nuestras mediciones están realizadas con un altímetro Cateye CC-AT100, con variaciones de metro en metro. Lo hemos comparado con otros altímetros y pensamos que ofrece, si se utiliza en las debidas condiciones, la misma fiabilidad que los mejores. Consideramos más acertadas las obtenidas en la misma bicicleta, por cuanto las variaciones de presión se perciben más que en un coche, que con su mayor velocidad no permite que el altímetro ajuste con precisión sus datos.

    Las rampas máximas están obtenidas mediante la utilización de un clinómetro Sky Mounti con una graduación máxima del 27%. Tras su uso durante varias temporadas podemos afirmar que el margen de error, que evidentemente existe, lo hemos reducido al mínimo. Es verdad que una rampa de 10 m. no significa demasiado para el esfuerzo a desarrollar pero ésa es la auténtica pendiente máxima y no la media de 100 ó 200 m. que es la que se podría obtener si se realiza la altimetría desde un automóvil. 

     Por fin, y para que pueda ser comentada y, si podemos entre todos, mejorada os ofrecemos la tabla que hemos utilizado. En  azul está expresado el porcentaje de un kilómetro completo,  y en  amarillo el coeficiente que le correspondería a dicho kilómetro completo. 

TABLA

 

     Y ahora, sin miedo, a lo que importa: a escalar, que cuantos más puertos subamos más fácil será que cada uno de nosotros podamos ir elaborando nuestro propio coeficiente personal al que cualquier cifra le sobra para distinguir una “bonita subida” de un “puerto inhumano”. Y recordad que para dedicarse no a la competición sino al conocimiento de todas esas ascensiones, no hay como tener 3 platos, que desde que Ulrich, Heras o el Euskaltel los utilizaron para escalar l'Angliru, nadie podrá acusarnos de globeros. Más globero es el “purista” que por mantener sus principios no logra conseguir el objetivo que, en definitiva, todos perseguimos: llegar más lejos, más alto, con más fortaleza, CITIUS, ALTIUS, FORTIUS. Amén.