Del rubor y otros “homonios

Corría yo en compañía de un amigo el fin de semana pasado, cuando este me hizo un comentario que, como poco, no me dejó indiferente. Es más, creo que lo hizo adrede. A sabiendas de lo mucho que debería correr yo para quitarme la barriga haciendo deporte, me espetó, como el que no quiere la cosa, que el día anterior, en un programa de radio, había hablado Trinidad Jiménez sobre la etimología de la palabra matrimonio, arguyendo que significaba “cargar con la mujer a cuestas”. Fue oír esta combinación, “etimología y matrimonio”, y empezar yo a despotricar sobre la incompetencia lingüística de los politicuchos que se meten a lingüistas: que si sabido es que matrimonio significa una sola madre y patrimonio un solo padre, que si a la Trini habría que sodomizarla por burra y manipuladora, etc. En definitiva, que perdí más calorías yo por el disgusto de la noticia y por mis jadeantes comentarios mientras corría asfixiado, que por el mero echo de correr. Saqué tres conclusiones: que la barriga no hay quien me la quite, que yo andaba equivocado respecto a la etimología de matrimonio, y que Trinidad Jiménez también.

Después, busqué en la Red el programa de radio para asegurarme de lo que verdaderamente había dicho la Trini. Para no criticar sin saber, para comprobar que la intención de mi amigo no fue solo la de que yo perdiera unas cuantas calorías. ¡Que no me caso con nadie, vamos! Efectivamente, en el programa “La ventana” de la cadena SER del viernes 29 de abril de 2005, doña Jiménez , al hilo de la polémica sobre el matrimonio homosexual, pronunció las siguientes palabras: “¿Sabéis lo que significa etimológicamente matrimonio? Matrimonio: cargar con la mujer a cuestas, etimológicamente. El presentador intervino halagador: ¡Cómo te has documentado, Trini! Y ella continuó halagada: Por tanto, realmente, va cambiando el concepto a lo largo de la sociedad(?) y de la historia”. Aparte de darnos a conocer que ahora parece ser que los conceptos cambian a lo largo de la sociedad también, doña Jiménez confundió el culo con las témporas. Parece ser que “matrimonio” proviene de la expresión matrem muniens, protección de la madre o carga de la madre u oficio de la madre. Y hete aquí que Trini saca pelotas de la alcuza para colarnos que “matrimonio” es una palabra machista que significa cargar con la madre a cuestas. También estaba equivocado yo al asociar matrimonio con matriz (madre) y mono (único). De lo que no cabe ninguna duda es de que la palabra matrimonio lleva implícito el concepto de madre, guste o no guste a unos y otros.

Las palabras evolucionan y, ciertamente, a veces de una forma caprichosa. A mí esto del “matrimonio homosexual” me trae al fresco. Me aburren los que juegan a la pelota con el matrimonio y mienten por la gorja. El genio de la lengua es muy sabio y el uso popular acabará por imponerse. Ignoro lo que decidirá. El castellano ha dado palabras que explican muy bien que madre y padre son quienes tienen hijos y los diferencia de madrastra, padrastro e hijastro (aunque es verdad éstas tienen una connotación negativa).

No puedo dejar sin respuesta tampoco a unas declaraciones de don Pedro Zerolo, concejal del ayuntamiento de Madrid, quien dijo que “el diccionario es un cementerio de palabras”. Me imagino que opina así el Sr. Zerolo porque en el diccionario se define el matrimonio como la “unión de hombre y mujer”. No me meto yo con sus ideas políticas, que defienda lo que le plazca, pero decir que un diccionario es un cementerio de palabras es una burrada. Es como si yo “rebuzno” que el culo de un maricón es el cementerio de los espermitas. ¡Hala, vaya burrada que acaba usted de decir! Pues miren, sí. No lo puedo remediar. Me pican las espuelas cada vez que alguien desprecia las palabras. Me cabreo. Así que como siga diciendo el Sr. Zerolo que el diccionario es un cementerio, tomaré un hueso de uno de esos rancios esqueletos verbales enterrados en el diccionario y se lo meteré por el culo, es decir, que lo enhuesaré, palabra esta que me invento… porque me da la gana.

Retomando lo del matrimonio, quizás un término para designar a la unión de dos personas homosexuales pudiera ser “homomonio”, palabra esta que por haplología derivaría con el tiempo en homonio. El único inconveniente es que su sonido se parece mucho a “demonio” y no sé yo si es una buena idea hablar de demonios en las relaciones de pareja…

Etimológicamente, “rubor” designa un color rojo encarnado. Con el tiempo, pasó a ser “el color que la vergüenza saca al rostro, y que lo pone encendido”. No he querido yo ofender ni a doña Trinidad ni a don Pedro. Pídoles disculpas. Me ruborizo. Es que me pillaron en un mal día y me tocaron las palabras. Ya se me ha pasado. Todo pasa y se olvida. ¿De qué quería hablarles yo? Del rubor y otros homonios.

 Michael Thallium

  

 

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